Pinturas felices: texto de nuestro profesor Fernando Uhía sobre la exposición «Los días de la marmota» de Gustavo Niño
«Los días de la marmota» es la reciente exposición de nuestro egresado y artista Gustavo Niño. La exposición está conformada por quince pinturas que giran en torno a un archivo de imagenes de Instagram. El nombre de la muestra está inspirado en la película «Groundhog Day» de Harold Ramis, en el que el actor principal se queda atrapado en un ciclo de tiempo que se repite una y otra vez.
La exposición se encuentra abierta en la galería Salón Comunal, un espacio concebido desde 2013 que busca contribuir a la circulación, exhibición, producción, formación y comercialización de arte contemporáneo.
Fernando Uhía, profesor del Departamento de Arte, escribe el texto Pinturas felices sobre la exposición de Niño, la que describe como «una representación de algo que no podría representarse, un tipo de abstracción novedoso que llega a ser la meta-representación del costumbrismo actual que, como todo costumbrismo, es acrítico, recibe todo y lo encuadra de manera que sea testimonial».
No es solo una coincidencia visual que algunas pinturas de Los días de la marmota se parezcan a las de Jean Dubuffet de su última etapa (1963-85). El brutalismo de Dubuffet (1945-62) intentaba denunciar que la Alta Modernidad y sus ínfulas civilizatorias realmente podían llegar a producir una barbarie programática, tal y como quedó demostrado con las dos guerras mundiales. Ese brutalismo dio paso a pinturas menos informalistas en las que las figuras se entretejen y llegan a producir un efecto all over, para utilizar el lenguaje teórico de la época. Sin embargo, desde nuestro presente, más que una conciencia extrema, modernista, del plano o la textura del trágico inconsciente colectivo de la segunda posguerra, estas pinturas de Dubuffet son marañas donde figura y fondo son indistinguibles. Una red de redes, diríamos hoy, donde los humanoides son absorbidos por su regurgitada Mediásfera virtual. Lo que para Dubuffet fue un punto de llegada y premonitorio sobre la globalización acrítica, ya es un punto de partida formal e indiscutible para Gustavo Niño. Lo curioso de esta comparación es que ninguno de los dos artistas se sale del marco para mostrar lo desbocado de la situación y la imposibilidad de la meta. Las marañas de Dubuffet y las de Niño terminan siendo imágenes, pero la inflación de la imagen dentro del flujo mediático actual es tal, que son imágenes sin valor icónico, imágenes funcionales en un sistema imaginístico que se infla por milisegundo cada vez que un humano sube imágenes a la nube. La creencia romántica de que los artistas crean mundos o descubren espacios, literalmente se desfonda cuando el circulante de imágenes e información es tan alto que es más nominal que efectivo y el único espacio físico disponible es el espacio donde se da la Globalización.