Alberto Blecua in memoriam
El Departamento de Humanidades y Literatura recuerda la vida del filólogo español Alberto Blecua tras su fallecimiento el 28 de enero. En representación del Departamento, nuestro profesor y pupilo de Blecua Santiago Restrepo Ramírez escribió unas palabras que recogen las razones de la admiración hacia el profesor.
Alberto Blecua in memoriam
El pasado martes 28 de enero murió en Barcelona el catedrático zaragozano Alberto Blecua (1941-2020). Figura indiscutida de la filología española gracias a unos logros académicos que son difíciles de resumir: su Manual de crítica textual (1983) es un clásico de la materia que no solo sigue siendo útil, sino ineludible para todos aquellos que dedican sus esfuerzos por establecer los textos españoles antiguos. Su libro Estudios de crítica textual (2012) recoge sus mejores artículos sobre la cuestión y sus ediciones –todas magníficas y modélicas: El libro de Bueno amor, Lazarillo o el Quijote, por poner los ejemplos más significativos– son excelente muestra de su quehacer y sapientia. Logro no menos importante, en este sentido, es la fundación y dirección del grupo de investigación PROLOPE, dedicado a editar de manera crítica, desde hace treinta años, el teatro completo de Lope de Vega, otra de sus pasiones.
Ejerció la docencia en la Universidad Autónoma de Barcelona desde 1971 –y en otros tantos centros de universal prestigio, como Harvard o la Sorbona–, donde desempeñó un trabajo admirable y admirado. Dueño de una poética de la enseñanza sin grandes pretensiones, pero brillante, la ejercitó siempre partiendo de los textos, de su lectura cuidadosa, lejos de «las grandes categorías críticas que todo lo explican sin matizar los detalles», citando sus palabras. Todo esto no solo con gran erudición, sino, sobre todo, «con mucha gracia», cariño y generosidad.
Alberto, alérgico a los homenajes, los merece todos. Nosotros, desde el Departamento de Humanidades y Literatura de la Universidad de los Andes –y yo, a título personal– nos unimos a las palabras de admiración, agradecimiento y cariño que se le han ido dedicando al gran maestro en los últimos días. No puedo terminar sin dedicarle unos versos –¿cómo no?– de Manrique, a ese padre de la filología y de tanto alumnos que tuvimos el privilegio de conocerlo: «Amigo de sus amigos, / … / ¡Qué maestro de esforçados / y valientes! / ¡Qué seso para discretos! / ¡Qué gracia para donosos! / … /y aunque la vida murió, / nos dexó harto consuelo / su memoria».
Santiago Restrepo Ramírez