Entrevista ilustrada con Juana Anzellini, egresada de Arte

Entrevista ilustrada con Juana Anzellini, egresada de Arte

Foto: Juan Camilo Roa, retrato de Juana Anzellini en el taller de Berlín, 2019.

Juana Anzellini se graduó de Arte con opción en Literatura en el 2009. La asustaba estudiar Arte, aunque sus papás la apoyaban. Se acuerda del día en que fue a visitar la Universidad por primera vez. Su papá estaba ahí para ver su cara de fascinación mientras recorrían los talleres de arte del antiguo Tx. Sin embargo, se inscribió a Antropología, algo que sus papás no entendían: “¿Qué haces ahí si eres artista?” Duró medio semestre de Antropología y se dio cuenta que no le interesaba. Al segundo semestre ya estaba inscrita en el programa de Arte.

Lea la entrevista con Juana. La artista seleccionó las fotos y las obras que acompañan las preguntas.

 

¿A qué se dedica hoy en día?

Soy artista plástica, o como se dice en Alemania: artista libre, es decir, uso diferentes formatos, no estoy encasillada en uno solo. Desde que hice un intercambio en Alemania en 2006 (Johannes Gutenberg Universität, Mainz) me he dedicado la mayor parte del tiempo a producir obra. Fue a raíz de ese intercambio que me di cuenta que el arte sí era a lo que me quería dedicar. El sistema de educación artística alemán es muy diferente. Uno tiene que ser muy autónomo en su manera de trabajar y eso me dio la perspectiva para decir: esto es lo mío.

Montaje de exposición HGB-Leipzig, 2019.

Me dedico a formatos tradicionales, por llamarles de alguna manera: pintura, dibujo, grabado, objetos. No me meto con el video ni con la fotografía ni con instalaciones interactivas. Hago cosas con las manos, soy afín al oficio manual.

 

¿Cómo hace la circulación de sus obras?

Para empezar a circular uno tiene que ser muy autónomo y proactivo. Hay que postularse a cualquier cantidad de convocatorias, premios, exposiciones. Así, poco a poco, uno va ganando “atención” del público que lo rodea. Yo he sido muy perseverante en eso y, lentamente, a partir de exposiciones y redes sociales he sido como mi propia manager, periodista, gerente, publicista, curadora, todo. Lo bueno es que el perfil del artista de Los Andes es muy versátil, uno sale con muchas habilidades para salir bien librado en muchas situaciones: escribir, pintar, hacer videos, hacer catálogos…

Vista interior del taller de Juana en Berlín.
Vista hacia la calle del taller de Juana en Berlín. Patio central de una antigua cárcel operada por la STASI (policía secreta de Alemania oriental). Hoy en día es un museo y se puede visitar.

No voy a olvidar el apoyo que he recibido. Yo no estoy sola en el mundo. Uno se apoya de muchas maneras en la gente que lo conoce y esa también es una forma de reconocimiento. Cuando uno expone y sale al mundo como artista, ese es otro tipo de reconocimiento, uno más institucional o social y por ese hay que luchar mucho. De alguna manera, una forma de obtener ese tipo de reconocimiento es a través de las plataformas académicas. En 2013 vine a Alemania, hice mi primera maestría y ahora estoy haciendo otra en la academia de artes de Leipzig. La gente que uno conoce en esos “tours” académicos lo va conectando lentamente; así, a través de la institucionalidad y eso también genera un reconocimiento.

Vista del patio interno de la Academia de Artes de Leipzig (HGB-Leipzig). A través de una de las aberturas de los arcos (abajo a la izquierda) una pintura de Anzellini en el marco de la exposición anual de la universidad (RUNDGANG). Febrero 2020.

Cuéntenos más sobre sus estudios en Alemania.

Vine a Alemania a estudiar y luego me quedé. La primera maestría fue un Master in Fine Arts adscrita a una universidad (MFA Caspar-David-Friedrich Institut/Ernst Moritz Arndt Universität, Greifswald), duró dos años. Fue una experiencia muy particular porque la hice al norte de Alemania en una ciudad pequeña a orillas del Báltico donde no hay mucho más que hacer que estudiar.

Acá en Alemania digamos que la titulación para los artistas es diferente y, además de universidades, hay academias de arte. Ahora estoy haciendo un Meisterschülerstudium en la HGB-Leipzig (Hochschule für Grafik und Buchkunst), la segunda maestría. Es una cosa difícil de alcanzar. Es difícil que a uno lo acepten, no es mandar unos papeles y el portafolio sino que tiene uno que establecer un contacto personal con el profesor. Estoy en la maestría desde el 2018 y ha sido muy grato porque es básicamente hacer lo que me da la gana, desarrollar mi propio proyecto y tener la asesoría personalizada de un profesor. No tengo que escribir ni un texto, es pura creación artística. Es una academia súper reconocida a nivel local, una academia muy fuerte en pintura y en gráfica. Yo estoy en mi salsa.

Aplazaron un semestre por el Covid 19, entonces voy a graduarme en marzo de 2021.

Vista de uno de los talleres de gráfica (técnicas en alto relieve) HGB-Leipzig.

¿Cómo fue el proceso de adaptación al llegar a Alemania?

Me fui a estudiar a Alemania porque sabía alemán, ya tenía bastante parte del camino conquistado. No es nada fácil aprender alemán. Ahora, de pasar de vivir a Bogotá, una ciudad de 10 millones de habitantes, a vivir en una ciudad de 60.000 fue duro. Uno no tiene ni idea cómo funcionan las cosas, tuve que preguntar mil veces todo y, pues, el idioma en ese momento no estaba tan bueno y el sistema es muy diferente. Pero nada, hay que guerrearla. Aunque si uno allá no habla alemán está jodido porque casi no hay extranjeros. Me demoré un año en acostumbrarme, en saber cómo funcionaban las cosas: cómo se sacan los libros de la biblioteca, cuál es el mercado más barato, ya tenía un par de amigos, ya no me sentía mal. Ahora vivo en Berlín y estoy muy contenta, pero también me demoré un montón en adaptarme. Yo ya tenía amigos de cuando hice el intercambio entre 2006 y 2007, durante el pregrado, y volví a contactarlos y eso lo facilitó. Pero sí fue difícil.

Vista de uno de los talleres de gráfica (taller de encuadernación) HGB-Leipzig.

El estado alemán de Sajonia va adquirir algunos de sus grabados. ¿Cómo logró esto?

Ha sido un proceso largo y fue a raíz de que un profesor de la HGB-Leipzig me nominó como candidata para que el estado de Sajonia tuviera en cuenta mis trabajos para que hicieran parte de la colección estatal oficial. Pasé varios filtros y, finalmente, me dieron el sí y fue muy chévere porque es un reconocimiento a nivel local y estatal a mi trabajo. Comparativamente hablando, es como que la obra de uno la compre la colección del Banco de la República.

Registro del grupo de grabados de la serie adquirida por la Colección Estatal de Arte de Sajonia, 2020.
Registro de la serie de Juana adquirida por la Colección Estatal de Arte de Sajonia, 2020.

Es una serie de grabados, un ciclo de 7 obras. Es parte de mi proyecto de estudios en la maestría en el que estoy reinterpretando las imágenes de un archivo de cómics pornográficos. Me he inspirado en varios lugares para desarrollar pinturas, grabados, objetos a partir de estos cómics, que estaban en mal estado, recortados, rotos y que son una mezcla de terror, violencia, sexo y poca corrección política. Son cómics italianos pero traducidos al español y circularon en Colombia entre los 90 y los 2000.

Registro de uno de los trabajos del proyecto actual de Juana Gritos de amor, MDF, laca, cobre, fibras vegetales y plásticas, dimensiones variables, 2019. Exposición anual de la universidad (RUNDGANG). Febrero de 2020.
Registro de Gritos de amor, 2019.

De su experiencia, ¿cuáles son dos aprendizajes que le compartiría a alguien que quiere hacer una carrera en las artes plásticas?

El primero. Para ir a estudiar a otra parte: aprender un idioma, tan pronto y tan joven como se pueda. Pero recomiendo Alemania. Aquí la educación es gratis, tú no tienes que pagar matrícula, o es muy pequeña y tienes el transporte público incluido. Es un paraíso educativo. Si yo fuera joven me pondría a estudiar alemán y vendría a Alemania. Todo aquel que llegue aquí a una universidad no tiene que pagar, incluso si es extranjero. Además la educación es mucho más dinámica. Uno tiene tiempo para dejar reposar las ideas para producir después, pero también hay clases intensivas. No se trata de tener una rutina establecida y hay más autonomía.

Segundo. Yo creo que gran parte de esto de ser artista es cuestión de actitud. No se trata de ser el artista romántico, en el taller, pintando. No se puede ser una persona orgullosa: esperar a que venga el gran curador y el galerista a descubrirlo a uno metido dentro de su cueva, sino que hay que tocar puertas y no solo una vez en la misma puerta, sino dos o tres. No se puede asumir una falta de respuesta o el silencio como una negativa. A veces uno manda un correo y no lo responden y uno se ofende. No. Vuelva a mandar el correo. Yo soy así. Soy muy intensa. Cuando quiero algo insisto e insisto. Muchas veces no funciona, obviamente. Pero hay que ser perseverante y, sí, ser intenso. Mucha gente lo ve como un defecto, pero yo no.

Registro de una de las pinturas del proyecto actual de Juana AGAN, óleo sobre lienzo, 80 x 100 cm., 2020.

Finalmente, ¿qué fue lo que más disfrutó mientras estuvo en Los Andes?

Guardo muy buenos recuerdos de muy buenos profesores que en algunas clases me llevaban en un proceso como de… iluminación.

Aparte de eso, una cosa que definitivamente aprendí en la universidad fue a establecer relación entre cosas que aparentemente no la tienen. A relacionar una idea con un texto, un texto con una forma, una forma con otra idea; esos puentes, esas relaciones insospechadas entre las cosas. A hacer metáforas. Me acuerdo, por ejemplo, que lo que estaba viendo en la clase de Constitución y democracia se empezaba a cruzar con lo que estábamos haciendo en clase de pintura. Es muy raro que mi cerebro estuviera estableciendo unas relaciones absurdas. Ese cruce entre los saberes era muy interesante.