El dibujo es uno de los caminos más cortos entre el pensamiento y la experiencia. Configura un espacio de expresión propia y subjetiva, pero a la vez es una de las maneras más inmediatas y universales en que la mente puede ponerse fuera del límite de la conciencia individual para acceder a una dimensión pública; abriéndose a los problemas de la mirada, a los sistemas de representación, de significación e interpretación.