El nombre de este curso alude al ensayo “La obra de arte en la era de su reproductibilidad técnica” (1936) de Walter Benjamin. En esos años, el autor intuyó que la apariencia y función de la obra de arte cambiarían drásticamente debido a que la reproducción masiva de imágenes lograría afectar su concepción y función: en la era industrial, la obra de arte iría perdiendo paulatinamente su aura “sagrada” y su contenido se leería como la información material y lingüística que llevara.
Benjamin tuvo razón parcialmente, pues la obra de arte se ha mantenido como obra autónoma y, en muchos casos, consciente de su labor ética de mantenerse aurática en la era de la globalización, el neoliberalismo y la digitalización. Quiere decir todo esto que en la producción de obras de arte entran en juego factores que van más allá de la sensibilidad o percepción del artista. Procesos económicos, contextuales y políticos, o ideas sobre cómo o qué debe ser una obra de arte por parte del sistema del arte (artistas, historiadores del arte, críticos y curadores) son algunos de ellos.
Un factor reciente de influencia acerca de la concepción de la obra de arte y su difusión es el llamado Nuevo Orden Mundial, una reorganización geopolítica y económica liderada por los países del G8 (países industrializados) desde la década de 1980 para globalizar o estandarizar la economía de mercados después de la desarticulación de la Unión Soviética. En esta nueva situación, la cantidad de artistas, galerías, ferias y escuelas de arte se ha multiplicado, lo que ha llevado a percibir la obra de arte, la función de la crítica, la labor del historiador del arte, el mercado del arte y la figura del artista de otras maneras: la cantidad se ha convertido en un factor de la práctica artística, tal vez en un nuevo tipo de aura, totalmente impensada hasta por el propio Benjamin, y la difusión del arte en un sinónimo de “buena salud económica” del sistema del arte y los países.
El curador nigeriano Okwui Enwezor, por ejemplo, y citando al administrador Daniel Pink de la Universidad de Harvard, ve la influencia de los MBA (Master in Business Administration) sobre los MFA (Master in Fine Arts), no solo en términos del incremento en el siglo XXI de estudiantes de MFA, sino en el cambio curricular de los MFA: la práctica de la interdisciplinariedad artística como factor de éxito económico para el sistema del arte y para los empresarios. Es posible que el MFA sea el nuevo MBA.
En nuestro mundo actual, las ideas de Benjamin ya son obsoletas y todo sucedió al revés: la obra de arte se mantiene como obra autónoma, pero empujada por la inflación de practicantes y superproducción, y desde el arte aurático, religioso a su manera, se alimentan los negocios y la economía Neoliberal. La postura neomarxista de Benjamín fue obliterada por el Nuevo Orden Mundial, pues nuestro mundo actual nunca renunció ni a la religiosidad ni a a la estética, de hecho, ambas características son la marca de nuestro presente.
Pero las obras de arte no necesariamente ilustran el Nuevo Orden Mundial, aunque hay excepciones, sino que, más bien, desde estrategias tradicionales como el uso de metáforas, metonimias y alegorías, dejan ver situaciones que sobrepasan la sensibilidad o percepción del artista o lo sitúan en una especie de Nuevo Orden Artístico, lleno de paradojas y contradicciones que involucran la larga tradición de las artes plásticas, tradiciones más recientes como las de los medios audiovisuales y nuevas condiciones económicas, geopolíticas y globalizantes que son susceptibles de ser exploradas, valoradas y juzgadas en un curso de educación general, pues nos afectan a todos.
La variedad de temas de este curso permite comprender la expansión y variedad de la práctica artística, orientada a la inclusión de temáticas globales desde 1980.