Ruidosa, la obra de Adriana García Galán: “Defender la voz imperfecta y propia”

Ruidosa, la obra de Adriana García Galán: “Defender la voz imperfecta y propia”

Lo que escucha es una conversación de una mujer con cuatro entes que se disputan la voz. Pero la voz es una sola, es la voz de la mujer. 

Se trata de un fragmento de Ruidosa, la obra que nuestra profesora Adriana García Galán estrenó digitalmente el 5 de mayo de 2020. Como lo explica Adriana en la cuenta de Instagram del proyecto, “Es una acción sonora grabada en vivo para proyección bicanal en la que la voz es multiplicada y difundida por cuatro personajes que se van acercando mientras disputan/dialogan conmigo sobre mi propia voz”.

Nuestra egresada Nadia Moreno Moya describe Ruidosa así:

Hacia mediados del siglo XVII, cuando la ópera veneciana se consolida como un nuevo género musical para consumo público, el canto de las mujeres comenzó a tomar un protagonismo particular. Quisiera pensar que Ruidosa, el último trabajo de Adriana García Galán, es un aria contemporánea de ópera en la que ella performa el papel de una antidiva. Esta aria cuenta la historia de una voz femenina que tiene una disputa con su propia voz. La cantante está en todo el centro de la escena con una actitud hierática ante la cámara. Al principio, su voz es aparentemente ingenua y angelical, una voz blanca que imita el sonido del motor de un carro. Más adelante pronuncia un intenso “no” seguido de un tímido “sí”. En otros instantes canta melodías que luego quedan suspendidas. También hace sonidos que en un sistema tonal se considerarían “ruidos”. Ya avanzados los minutos, la voz toma vehemencia y se aleja del timbre inicial.

Poco a poco, desde el fondo de la escena, se acercan a ella cuatro máquinas extrañas. A medida que pasan los minutos y se acorta la distancia entre estas y la cantante, se incrementa la intensidad del sonido de un motor. Su voz también va adquiriendo mayor potencia. Cierra su interpretación con una frase: esta voz es mía. Del titubeo inicial que se escuchaba quince minutos antes, de la disputa entre un “sí” y un “no”, pasa a la autoafirmación. Termina su historia como una prima donna veneciana, pese a que no sea una cantante profesional y virtuosa, pese a que su actitud corporal sea la de una antidiva. Se ha infiltrado en el sistema de audio de las máquinas para que amplifiquen su propia voz, para que esta última retumbe. Incluso, para que ella misma se escuche y diga finalmente que sí, que esa voz sí es de ella.

Esta obra nació hace tres años, entre varias, de dos inquietudes de Adriana: la voz y el car audio. Por un lado, nuestra, también, egresada de Arte ha expresado su interés por la voz en sus obras desde hace más de diez años. “Estoy interesada en lo que se dice, lo que no se dice, lo que uno escucha cuando no hay silencio, lo que no se dice cuando uno está gritando, esos lugares intermedios”.

Por el otro lado, el car audio, la práctica de equipar automóviles con sistemas de sonido personalizados, generalmente, de gran tamaño, alimentó las ideas de Adriana para hacer Ruidosa por dos razones. Primera: “Es impresionante. Cuando prenden los bajos a uno le tiembla el corazón. En los videos que hice con el celular, la imagen se gelatiniza, es casi que inaudible”.

Después, la investigación sobre el car audio llevó a Adriana a interesarse por las relaciones de género en este entorno: las chicas car audio, son “mujeres voluptuosas, hermosas, pasivas y accesorios” en contraste con los hombres que participan en los eventos en los que son mejor valorados entre más fuerte suene el sistema instalado en sus carros. “Esa relación entre lo femenino y lo masculino me pareció bastante particular, aunque típica, no es algo raro que no hayamos visto: el hombre manejando y la mujer al lado”.

“La voz es mía” termina repitiendo la voz de la mujer en Ruidosa, mientras los carros la acorralan y parecen querer hacer ruido sobre la voz. Sin embargo, mientras los carros, los entes, se van acercando en reversa hacia las cámaras, lentamente, el espectador va descubriendo que los cuatro carros están difundiendo por sus parlantes, “esa composición sonora que la mujer conoce y a la que la mujer va respondiendo”.

“En un principio, la idea era que fuera una cantante y yo grabarla y hacer una composición con esa voz y, de repente, el tema se comenzó a volver la propiedad de la voz y ya no fui capaz de pedirle a nadie que pusiera su cara porque tenía que ser mi voz”, cuenta Adriana. Así, reflexionando sobre esa propiedad, Ruidosa resuelve, o al menos pone a conversar, las inquietudes sobre la voz con el sonido y los roles de género en el car audio.

“Con esta obra también me di cuenta de que para mí uno de los grandes problemas es luchar por defender la voz imperfecta y propia de uno en medio de un montón de ruido que también viene de afuera, pero en el fondo es de uno”.

 

Este proyecto se materializó con los fondos de la Beca de Creación para Artistas con Trayectoria de Mincultura que Adriana ganó en 2019. Ruidosa ya se había postulado para los estímulos del Ministerio en tres ocasiones, pero “en este asunto de las convocatorias uno tiene que acostumbrarse al rechazo y a hacerlo por rigor y por disciplina, eso es lo que yo siempre digo”, explica Adriana. Cada año, en época de convocatorias, nuestra profesora dedica una buena parte de su tiempo a preparar esta postulación. “Lo que yo decidí es que no iba a cambiar el proyecto, que yo lo iba a lanzar, las veces que fuera necesario, el mismo proyecto, porque es el proyecto que yo quería hacer con un apoyo de estos, lo guardé para esto”. 

El proyecto se llevó a cabo tal como Adriana lo tenía en su mente desde hace años: una mujer y cuatro carros atrás que vienen en reversa. Sin embargo, debió sacrificar la manera en que quería presentarlo originalmente.

Ruidosa fue concebido para ser estrenado en una sala física, en lugar de una sala de teleconferencia, pero a partir de la coyuntura, Adriana tuvo que adaptar el proyecto. “La idea es que fuera presentado en un espacio de cuatro dimensiones donde el video iba a tener dos proyecciones, una en el piso, que eran las líneas de color y una de frente, que era la acción con sonido espacializado”.

La versión en cuarentena de Ruidosa traslada esas dimensiones a un espacio completamente virtual… y vertical. “Pensar la verticalidad es algo que nunca hubiera pensado que iba a poder estar a favor de ninguna obra en video. Uno siempre le dice a los estudiantes “graben horizontal” y, de repente, uno ve que tiene posibilidades más allá de simular un teléfono celular”.

Con la ayuda de nuestra egresada Ana María Montenegro, quien también trabajó en el desarrollo del sitio del 45 Salón Nacional de Artistas, Adriana pensó y montó la página web donde ahora se expone el video de quince minutos veinte segundos de Ruidosa.

“Vamos a ver cuántas personas se quedan quince minutos viendo la pantalla. Aunque la experiencia ahora es individual, espero que sea compartida y que sean múltiples las personas atravesadas por el sonido”.