David Solodkow es nombrado profesor titular Del Departamento de Humanidades y Literatura de la Universidad de los Andes

David Solodkow es nombrado profesor titular Del Departamento de Humanidades y Literatura de la Universidad de los Andes

David Mauricio Adriano Solodkow es nombrado profesor titular del Departamento de Humanidades y Literatura de la Universidad de los Andes

El pasado jueves 3 de mayo de 2024, David Mauricio Adriano Solodkow es nombrado profesor titular del Departamento de Humanidades y Literatura de la Universidad de los Andes. El profesor David Mauricio, argentino de origen, llegó a vivir a Colombia desde Estados Unidos en junio de 2008 contratado por la universidad. A su llegada se desempeñó como profesor “instructor” y luego de la defensa de su tesis de doctorado en diciembre de ese mismo año, quedó clasificado como “profesor asistente”. En octubre de 2011, bajo la decanatura de la profesora Claudia Montilla Vargas, presentó su portafolio para ser promocionado a “asociado”. Entre 2009 y 2011, se desempeñó como representante de profesores ante el Consejo de la Facultad de Artes y Humanidades y, en 2012, luego de su promoción a asociado, fue galardonado con la prestigiosa beca Joe R. and Teresa Lozano Long Annual Visiting Professorship de la Universidad de Texas (Austin).

En 2015, la decana Claudia Montilla Vargas lo designó como “coordinador de investigación” de la Facultad de Artes y Humanidades y, ese mismo año bajo la nueva decanatura de Patricia Zalamea, presentó un documento en el que propuso la fundación de un Centro de Investigación y Creación (CIC). La propuesta sobre la creación de un Centro fue aprobada por decisión unánime del Consejo de Facultad y por el Consejo Académico.

Economías creativas, industrias culturales y ley naranja. Desafíos futuros y complejidades presentes. Panel 1: calidad, pertinencia y valor simbólico de la producción cultural artística, moderado por David Solodkow (Uniandes)

En 2015, fue nombrado director del centro por un período de dos años renovables, cargo que desempeñó hasta diciembre de 2020. En 2019, luego de su evaluación trienal, quedó clasificado como profesor asociado III.

Los intereses académicos del profesor Solodkow abarcan aspectos disciplinarios e interdisciplinarios tales como: literatura colonial, etnografía y evangelización, identidades criollas y cultura barroca, escritura de viajes y expediciones, antropología y literatura, biopolítica, pneumopolítica, anatomopolítica, literatura y formación del Estado nacional, ensayo latinoamericano, estudios culturales relativos a raza, mestizaje y gobierno de la población. En general, su trabajo de investigación se basa en una crítica textual minuciosa que resalta los detalles, oscuridades y fracturas discursivas en los textos coloniales o neocoloniales. Parte importante de la investigación consiste en la traducción de textos antiguos que analiza mediante un lenguaje académico contemporáneo.

Ello implica un trabajo simultáneo de filología e investigación transdisciplinaria sobre fuentes que incluyen materiales heterogéneos como cédulas reales, memoriales, leyes, ordenanzas, codificaciones legales, cartas, historiografías, catequismos, reglamentos médicos y farmacéuticos, tratados filosóficos, textos literarios, planos arquitectónicos, imágenes y grabados, libros de contabilidad y estadística, entre otros.

En la actualidad, el trabajo de investigación del profesor Solodkow se relaciona con dos temas puntuales y amplios: la biopolítica y la pneumopolítica, tanto en el período colonial como en los siglos XIX y XX. Temas que ha venido trabajando desde 2014 junto a su colega y amigo, el profesor Carlos A. Jáuregui (U. of Notre Dame).

Biopolítica es un término cuya extrañeza y dificultades no se han resuelto después de más de cuatro décadas de circulación académica, luego de que Michael Foucault lo propusiera a mediados de la década de 1970 hablando del modelo jurídico del poder soberano al cual se contrapondría el biopolítico. El fundamento teórico de la biopolítica es complejo puesto que combina dos conceptos muy amplios —vida y política—que son objeto de diversos campos del saber (desde la filosofía hasta la biología). El problema se complejiza mucho más cuando a este término doble le agregamos el adjetivo “colonial”. El análisis biopolítico colonial analiza no sólo el tema de la soberanía territorial y la sujeción política, sino que se ocupa, además, con especial énfasis, de la instrumentalización de la vida y del gobierno de la población. El concepto “biopolítica” se refiere a campos de acción no subjetivos tales como los índices de natalidad, el control de las pestes, las políticas frente a la desnutrición, el tratamiento de aguas, la seguridad laboral, el ahorro, etc.

Con el profesor Jáuregui han señalado en varios artículos, ponencias y en su futuro libro Bartolomé de Las Casas y el Paradigma biopolítico de la Modernidad Colonial (Iberoamericana/Vervuert, en prensa, 2024) que existieron en el período colonial una serie de fenómenos globales de instrumentalización y explotación de la vida indígena asociados a una común ecuación económica entre “vida explotada” y “rentas” de la corona española. En efecto, los análisis biopolíticos (eurocéntricos por naturaleza), centrados generalmente en el siglo XIX europeo, han ignorado de manera sistemática las experiencias de dominación y gobierno colonial de la vida que siguieron al “Descubrimiento” de América en el siglo XVI, cuando numerosísimos grupos humanos fueron subyugados, vistos y gobernados como rebaños humanos, sometidos a procesos de conversión, trasladados de una zona a otra, de un continente a otro, racializados, reducidos y confinados para su mejor gobierno y explotación, y sus vidas fueron consideradas en cálculos demográficos, políticos y, fundamentalmente, económicos. Para la administración de estas poblaciones se desplegaron diversos modelos de gubernamentalidad colonial e ingentes formas de evaluación, medida, administración y control. Durante el así llamado “periodo colonial” varias instituciones acometieron el dominio y gobierno (militar, laboral, religioso y jurídico) de las heterogéneas poblaciones americanas y, más tarde, de los esclavos traídos de África.

Entre estas disposiciones biopolíticas para el manejo de la vida podemos mencionar la encomienda, la mita, el repartimiento, el yanaconazgo, la hacienda, el ingenio, la misión y otras muchas formas de regulación y explotación laboral de la población. Asimismo, existieron dispositivos disciplinarios y biopolíticos como las “pacificaciones”, los censos, los cuestionarios, los catecismos, la conversión religiosa, los bautismos masivos, el requerimiento, las guerras de exterminio y los traslados de pueblos enteros. Junto con el profesor Jáuregui, afirman que estos diseños coloniales del gobierno de la vida y de explotación del trabajo no fueron precursores de la biopolítica, sino plenamente biopolíticos: el colonialismo en América constituyó el primer y, tal vez, el mayor despliegue biopolítico de la modernidad capitalista (Jáuregui y Solodkow: “Biopolítica colonial”, Perífrasis, 10.5, 2014, pp. 140-68).

Fotografía. David Solodkow. CIC. Consejo Directivo de Acofartes. Universidad de Caldas (2018).

Una biopolítica colonial debe pensarse juntamente con una anatomopolítica colonial y con lo que hemos denominado–complementando el análisis de Foucault—una pneumopolítica; es decir, los cálculos, intervenciones y gestiones del gobierno y cuidado de la vida espiritual del rebaño; esto es, las políticas del pastoreo terrenal de almas, no simplemente como una función eclesiástica sino como una extensión del poder soberano. Pensamos que, en el caso del colonialismo español en América, y en relación con la que Silvio Zavala llamó la “conquista espiritual”, la pneumopolítica articula la biopolítica y la anatomopolítica colonial al ocuparse simultáneamente del disciplinamiento de los cuerpos, el control social y la transformación de las formas de vida indígena so pretexto del cuidado del alma o vida espiritual del rebaño.

La pneumopolítica es ciertamente de naturaleza religiosa; sin embargo, se expresa de forma material mediante una serie de tecnologías y dispositivos que no se dirigen al individuo sino al rebaño: manuales de confesión, catequesis, alfabetización, instrucciones morales, proscripción de prácticas sexuales, etc. La pneumopolítica es claramente un proyecto humanista y colonial cuyo objetivo es la antropomórfosis del otro: esto es, el cultivo de hombres y en últimas, la transformación de formas de vida consideradas como salvajes en formas de vida occidentalmente civilizada y cristiana. Así, el diseño y la implementación del colonialismo en América se puede articular en tres ejes complementarios pero que operan en tres niveles de aplicación diferentes: biopolítica, anatomopolítica y pneumopolítica. (Jáuregui y Solodkow: “La utopía biopolítica”, A Contracorriente, 18.1, 2020, pp. 26-56).

Ambos profesores sostienen que este tipo de enfoque teórico biopolítico utilizado para el análisis de la historia cultural latinoamericana representa un regreso a la crítica política, es decir: una corrección a la crítica vacua que nos legó la era del desencanto cuando supuestamente caducaron los grandes relatos de emancipación y las posibilidades políticas contra el colonialismo y la explotación y en su lugar se utilizaron las superfluas lógicas del neoliberalismo académico y sus múltiples esteticismos retóricos.

Pensamiento crítico como base de la docencia

En el área de la enseñanza de la literatura, el profesor Solodkow ha construido a lo largo de dieciséis años de carrera, en pre y posgrado, más de veinte programas disciplinarios e interdisciplinarios que cubren un arco temporal extendido y con temáticas latinoamericanas que van desde la conquista de América, la formación de los estados nacionales, hasta los movimientos literarios del siglo XX. Su docencia se articula en un cruce inter y transdisciplinario entre los estudios coloniales, la crítica textual y la historia cultural latinoamericana.  Su trabajo como docente se basa en el respeto por las diferencias, el trato igualitario, la firmeza en el cumplimiento de los reglamentos y el despliegue de la incertidumbre constitutiva que propone la idea de lo “humano”.

Con este fin ha dictado durante muchos semestres un curso llamado “Monstruos y literatura”, que sirvió para analizar, junto con los estudiantes, las relaciones éticas en la construcción de la alteridad y para interrogar los diversos cruces establecidos a través de la “diferencia” social mediante temas como la raza y el género y, más que nada, para pensar los procesos de inclusión y exclusión social histórica y presente.

De acuerdo con Solodkow, en el campo de las artes y las humanidades, la docencia directa no se basa simplemente en la transmisión de un conocimiento específico (i.e. las características de un movimiento literario) o la enseñanza de un procedimiento (i.e. hacer reseñas bibliográficas, aprender a utilizar un sistema de citación, entre otros) sino, y prioritariamente, en hacer consciente en los estudiantes una crítica profunda de los modelos y corrientes de pensamiento que han nutrido e informado nuestra historia cultural que, en muchos casos, son muchas veces responsables por la perpetuación y reproducción de injusticias sociales, la discriminación racial y la violencia de género.

Para el profesor David, el área de estudios humanistas acoge una pluralidad de ideas, a veces contrarias, que exigen el debate, la crítica, el pensamiento agonístico y la discusión. Esto implica, muchas veces, traer a clase temas difíciles y complejos de discutir, pero además implica corregir argumentos, señalar inconsistencias y preparar a los estudiantes para una defensa más racional de sus lógicas argumentales frente a un futuro mundo laboral que muchas veces será hostil en una sociedad que aún defiende ideas conservadoras o racistas.

Para hacer más efectivo su modelo de enseñanza y para movilizar el pensamiento crítico de los estudiantes es necesario, de acuerdo con Solodkow:

“Desaprender” viejos paradigmas, muchas veces hijos del prejuicio histórico y esto, sin dudas, choca con la inercia de la educación tradicional y conservadora basada en contenidos autorizados que no se discuten. Por ello, uno de los objetivos de sus cursos es que los estudiantes “des-aprendan” y “cuestionen” muchos de sus saberes previos. Así, Solodkow busca deliberadamente que los estudiantes se enfrenten a sus propias contradicciones, que empujen sus emociones, que movilicen su pensamiento crítico y que superen sus frustraciones con nuevas ideas y con nuevos modelos de argumentación. El objetivo final, afirma Solodkow es “encender en los estudiantes la llama del pensamiento crítico”.