¡Vuelve la fiesta de El Bobo!

La primera celebración de la fiesta de El Bobo la hizo Santiago Madriñán, profesor de biología, en la Facultad de Cienciasen 1997, por la época de los 50 años de la Universidad. “El motivo era una reivindicación de Alberto Magno, que para nosotros es El Bobo, pero aparte de ser un filósofo importante era un naturalista, es decir un botánico, en palabras de hoy. Santiago, siendo él un botánico moderno, quería rendir homenaje a un botánico medieval”, cuenta José Rafael Toro, entonces decano de la Facultad de Ciencias y hoy profesor titular del Departamento de Ingeniería Mecánica.

 

Estatua de Alberto Magno, El Bobo, en la Universidad de los Andes.

 

La escultura de bronce llegó a Los Andes en 1965 como una donación entre Alemania y la Universidad de Maguncia, y fue en 1966 cuando la instalaron entre el bloque A y el bloque B, donde está hoy. Ahí ha sido el eje de mítines políticos a finales de la década de los sesenta y principios de los setenta, de manifestaciones artísticas, de las cuales son particularmente memorables las obras de teatro del grupo donde nacería el Teatro Libre y el recital de Mercedes Sosa en 1979 y, sobre todo, de la vida de todos los días de todos los estudiantes que han pasado por Los Andes.

 

“Yo no creo que hubiera más de veinte personas”, recuerda la profesora Claudia Montilla, quien en 1997 era decana de la Facultad de Artes y Humanidades, “era una fiesta pequeñita”. El día de esa primera fiesta, que ocurrió en el patio de El Bobo, Felipe Castañeda y Jaime Barrera, ambos filósofos y profesores de la Facultad de Ciencias Sociales, dieron unas palabras sobre Alberto Magno como filósofo y el profesor Madriñán hizo referencia a Alberto Magno como naturalista. “Estaba la intención de reconocer al santo como patrón del espíritu científico que es connatural a la vida universitaria”, comenta la profesora Montilla.

 

José Rafael Toro recrea la celebración casi como un rito pagano:

 

“Siguió una fiesta con mucho vino, pan y música medieval. Trajimos unos parlantes gigantes de la Decanatura de Estudiantes, los instalamos en el camino que baja de El Bobo por el costado sur. Como los árboles todavía existían, la música resonaba de manera espectacular. El tema central eran las canciones profanas del Carmina Burana. Eso todavía lo recuerdo. Algunos profesores y estudiantes fueron disfrazados de monjes”.

 

De lo que pasó en esa fiesta, ningún asistente olvida mencionar la posta. La posta es un objeto que recuerda a Alberto Magno y que se pasaba de decano en decano como promesa de continuar el siguiente año con la fiesta del sabio. En la reunión de 1997, Ciencias le pasó la posta a Artes y Humanidades, y la entonces decana Claudia Montilla en 1998 la pasó a la Facultad de Ingeniería en cabeza de José Tiberio Hernández, quien era decano de dicha facultad. “Debieron ocurrir 5 o 6 sucesiones”, recuerda el profesor Toro.

 

La primera posta, con la que la Facultad de Ciencias inició la tradición, fue una estatua miniatura en bronce de El Bobo. A su vez, en la Facultad de Artes y Humanidades hicieron un bastón cuya cabeza metálica era la imagen de Alberto Magno:

 

 

Los recuerdos de la posta no alcanzan sino hasta la entrega de la tercera: la imagen de El Bobo grabada en un panel de circuitos, creación de la Facultad de Ingeniería. La fiesta, como cuenta la profesora Montilla, empezó a crecer y a popularizarse, tanto así que su carácter de intimidad y homenaje al conocimiento se diluyó: “con los años, los decanos ya no se ocupaban de la celebración y se volvió una cuestión más de obligación. El Bobo dejó de ser el centro de la Universidad”.

 

Sin embargo, la fiesta revive. La presencia del El Bobo en el campus aún habla de la memoria de la Universidad y de la identidad institucional. No es gratuito que su imagen se reproduzca en cuadernos y en camisetas uniandinas, así como en las páginas web de Los Andes. Aunque la concentración de los estudiantes ahora no se puede observar en un único espacio del campus, El Bobo es su corazón simbólico. Por eso, el 15 de noviembre de 2018, la Fiesta del Bobo vuelve. Trae teatro, música en vivo, comida y la intención de los uniandinos de reconocerse como adeptos del sabio, de El Bobo.

 

La fiesta de El Bobo