Celeste, un proyecto del colectivo Cítara en LIA Laboratorio
Los visionarios del arte y de otros campos han insistido en que la interpretación del tiempo y del espacio que ha primado hasta el presente exige revisiones y actualizaciones importantes. Los señalamientos de estos adelantados, que acumulan bastante más de un siglo de historia, han apuntado fundamentalmente a la enorme cantidad de instancias de la realidad que quedan por fuera de las lecturas lineales o de las menos complejas.
Entre ellos, desde Latinoamérica, artistas como los argentinos Gyula Kosice o Xul Solar reflexionaron sobre las inmensidades en las que la humanidad podría desenvolverse si apenas reconociera su condición natural de residente del cosmos. De esas consideraciones nacieron, entre otros proyectos, las ciudades hidroespaciales de Gyula Kosice o la integración de perspectivas y de universos múltiples que ocupó la vida de Xul Solar. Como otros pioneros, estos artistas comprendieron que como consecuencia de los cambios sociales, políticos, científicos, económicos y técnicos de los que fueron testigos, la noción de horizonte tenía que ser reconsiderada en forma radical, cuestión que también se expresa de manera diáfana en propuestas como la inversión de la convención norte-sur efectuada por Joaquín Torres García.
La faena en los océanos amplió en forma vastísima la abstracción denominada horizonte mientras hizo práctica la itinerancia humana por toda la redondez de la tierra, otorgándole de paso novedades a la experiencia tempo-espacial. Después, la aventura del vuelo le ha agregado al horizonte progresivamente perspectivas captadas desde espacios cada vez más remotos del cosmos. De esa manera, la horizontal que representa en la lejanía la supuesta separación entre el arriba y el abajo ha contenido cada vez mayor información, a pesar de que no se haga consciencia al respecto. Lo que se observa en el horizonte es más concepto que paisaje. Pero además esa fusión de perspectivas múltiples y abstractas que soporta la horizontal lejana tiene más de arriba que de abajo. Para determinados objetivos, abajo se interpreta con mayor amplitud desde arriba.
La operación terrestre ha llegado a depender en gran medida de la información emitida por los cientos de satélites que orbitan el planeta, lo que simultáneamente anuncia la escala a la que se proyecta la problemática ecológica que no se ha logrado controlar en la tierra. Si bien la idea de la continuidad lineal del tiempo pervive y representa no pocas utilidades, en muchos aspectos el desarrollo del conocimiento actúa en contravía. Solo los avances de la mecánica y de la informática cuántica anuncian un colapso próximo para quienes desconozcan las significativas complejidades de la simultaneidad y no estén al día con las herramientas con las que esa información se procesa con extraordinaria celeridad.
Esas noticias parecen desconocer que el arte cuenta con grandes maestros que conducen a los mismos entendimientos de manera sensible e iluminadora. A esa razón se debe la renovada vigencia de gigantes que vislumbraron la realidad como una riquísima multiplicidad de muy distintas versiones de armonía. Todas ellas enlazadas en conversación sinfónica. Los artistas que integran esta muestra, además de compartir la pasión por las ciencias, la cultura y la historia, se encuentran entre los responsables del renacimiento de grandes autores que, como Xul Solar, Hilma af Klint, Gyula Kosice, Ema Kunz, Pablo Picasso, Samuel Morse, Buckminster Fuller o Víctor Grippo, avisaron de maneras tan maravillosas como sorprendentes un momento como el que aviene, en el que habrá que navegar en aguas nuevas y agitadas.
Por la misma razón muchos de los imaginarios que reúne este espacio se han nutrido también en la valiosa interpretación legada por las culturas fundacionales. La profundidad y la validez de sus conocimientos se cimentó en una permanente observación de los cielos que guió la sabiduría en la amplitud y profundidad de los territorios.
Las luces que encienden las obras de los artistas que integran Celeste despiertan, como las de los maestros que ellos han apreciado y estudiado, antes que el temor por el colapso, la fascinación por la indecible posibilidad creativa que comportan la multiplicidad, la simultaneidad, la incertidumbre y la complejidad.
María A. Iovino M.
La muestra estará abierta hasta el sábado 2 de marzo de 2024 y para visitar debe agendar una cita previa
La exposición, realizada por el Colectivo Cítara, presenta a los artistas Andrés Ramírez Gaviria, María Isabel Rueda, Mateo López y Rodrigo Facundo de Colombia; y Julio Grinblatt, Martín Bonadeo, Mónica Girón y Nicolás Cabal de Argentina.
Cítara es un colectivo de profesionales del arte y de la cultura que concibe, investiga, gestiona y realiza proyectos artísticos y culturales. Nace en 2023 tras el encuentro de Laura Aparicio, Luisa Naranjo Sáenz, egresadas del Pregrado en Arte, María Iovino y Daniela Osorio. Después de haber trabajado juntas en algunos proyectos, deciden unirse con la idea de materializar su visión en el campo del arte y la cultura en Colombia.
Cítara: símbolo cósmico; sus cuerdas corresponden a los planos del universo. Su forma redonda por un lado y plana por el otro (como la tortuga) significa la integración del cielo y de la tierra.