Existe en la Universidad de los Andes una tradición teatral que muy pocos conocen, quizá solo aquellos que han sido integrantes de alguno de los grupos que se han fundado o que han trabajado aquí, pero lo cierto es que a esta universidad han asistido durante más de cincuenta años estudiantes y profesores interesados en promover el estudio y la práctica del teatro como un campo fundamental para la construcción de una nueva nación.
En 1957, nueve años después de la fundación de la Universidad, Ramón de Zubiría, quien fungió como rector desde 1962 y hasta 1967, propuso la creación del Festival Nacional de Teatro. Este festival se convirtió en el escenario de una nueva generación del teatro en Colombia, puesto que hizo posible que el público bogotano conociera el teatro que se estaba gestando en Europa y Estados Unidos en ese momento. De esta manera, se cerró la brecha que existía entre el teatro costumbrista que se producía en nuestro país y las vanguardias europeas y norteamericanas. Aunque el festival no haya sido un evento propio de Los Andes, mencionar su creación es importante en la historia del teatro en la Universidad porque es muy probable que quienes estudiaban aquí en esos años hayan sido influenciados por lo que vieron allí y los grupos que se formaron en la universidad posteriormente son prueba de esto.
El primer grupo de teatro que se conformó en la Universidad de los Andes se creó gracias a la iniciativa de Keppa Amuchástegui, estudiante de Arquitectura, en 1962. El primer montaje que realizó este pequeño grupo (conformado únicamente por Amuchástegui y los hermanos Gustavo y Carlos Arturo Mejía) fue el de unas farsas francesas, entre ellas la de Maese Pathelin, que se presentaron en varios espacios del campus de aquella época.
Un par de años más tarde, Édgar Negret, director del Departamento de Escultura de la Escuela de Bellas Artes, junto a la Comisión para Intercambio Educativo, contrató al director Alan Robb para montar la obra: ¡Que viva el puente! del dramaturgo Paul Foster, con el grupo de estudiantes liderados por Amuchástegui. Este montaje se presentó en diversos escenarios de la ciudad, como la Universidad Nacional y la Televisora Nacional y además tuvo la oportunidad de salir de gira fuera del país. Primero se presentaron en el Festival Internacional de Teatro en Erlangen, Alemania, y luego en la Sheridan Square Playhouse de Nueva York; quienes tuvieron la oportunidad de asistir a estas presentaciones conocieron al grupo como The University of The Andes Touring Theatrical Company. Como es característico de los grupos teatrales estudiantiles, estaba integrado por estudiantes que cursaban carreras distintas, entre los que se encontraban: Clemencia Lucena, Ricardo Zobel, Daniel Munévar, Guillermo Serna y Laureano Alba.
Keppa Amuchástegui retomó la dirección del grupo al año siguiente y este participó en el Festival de Teatro Nacional con los montajes El expediente de Mortimer, Artículo 330 de Courteline y el monólogo La última cinta de Krapp de Samuel Beckett, que también protagonizó. Después de que el estudiante de Arquitectura tomara la decisión de dejar sus estudios universitarios para dedicarse a la actuación y la dirección, y fundar posteriormente el Teatro La MaMa en Bogotá, se suspendió temporalmente la actividad teatral en la Universidad.
Hasta que en 1967 un estudiante de Filosofía y Letras llamado Ricardo Camacho acordara con Antonio Roda, director de la Escuela de Bellas Artes, fundar nuevamente un grupo de teatro en Los Andes. En un principio la idea era que Roda dirigiera el grupo y Camacho fuera su asistente de dirección, pero quien terminó por asumirla fue Ricardo Camacho. Este grupo inicial era pequeño y trabajaba de manera independiente, aunque contaba con el apoyo de la Decanatura del Estudiante que les prestó un lugar para ensayar (el mismo sótano en el que antes ensayaba el grupo de Amuchástegui). Luego de recibir una invitación de parte de la Asociación Colombiana de Universidades para participar en el 2do Festival Nacional de Teatro Universitario, el grupo decidió pedir el consentimiento de la Universidad para representarla. Así, se conformó un jurado integrado entre otros por Andrés Holguín, que evaluó la calidad artística de los montajes en los que estaba trabajando el grupo y se tomó la determinación de darles el aval, necesario para que pudieran presentarse en el ya mencionado festival, y se fundó el Teatro Estudio de la Universidad de los Andes.
El director del grupo y sus integrantes tenían muy clara cuál sería su metodología de trabajo y ejercieron plenamente su condición de estudiantes para realizar sus puestas en escena. Sabían que existía una gran diferencia entre un actor que estudia y un estudiante que actúa y supieron tomar ventaja de su situación. De este modo, se apoyaron no solo en los compañeros que estudiaban carreras afines a los temas que se presentaban en las obras sino que además se asesoraron de una profesora de literatura que supo orientar su investigación. Amalia Iriarte se convirtió entonces en una aliada fundamental en el desarrollo de los montajes.
El apoyo de la Universidad aumentó luego de la participación del grupo en el festival (en el que Pilar Caballero obtuvo el premio a Mejor Actriz por su actuación en la obra Pedido de mano de Antón Chejov) lo que hizo posible que algunos meses más tarde las directivas le permitieran tomar posesión de un galpón que formaba parte de la antigua Sombrerería Richard, en los predios altos de la Universidad, y que los miembros del grupo ya habían ocupado para construir un espacio apto para hacer teatro. Entonces comenzaron a trabajar en la adecuación del lugar, con la ayuda de los obreros encargados de las reformas de los edificios que serían parte del campus y juntos construyeron las graderías en cemento donde se puso la silletería que compró la Universidad. De esta manera el galpón donde antes se fabricaron sombreros se convirtió rápidamente en una sala de teatro con capacidad para 150 espectadores, que contaba con un pequeño balcón y unos camerinos que estaban ubicados en el ábside de la capilla donde ahora se encuentra la Biblioteca de Arquitectura.
El Teatro Richard se inauguró el 30 de abril de 1969 con las obras Historia de un anciano que quedó viudo acaecida en el año de 1637 de Peter Hacks, bajo la dirección de Guillermo Alberto Arévalo y El camino real de Antón Chejov, dirigida por Jorge Plata. Ambos directores conformaban el grupo de actores del Teatro Estudio y estudiaban Filosofía y Letras. El estreno de Canto del fantoche lusitano de Peter Weiss, en mayo de ese mismo año, marcó el inicio de un momento definitivo en la formación de los integrantes del grupo y en la historia del teatro en Colombia. Su reparto estaba conformado por alrededor de 40 personas, entre quienes se destacan también Eduardo Gómez, Conrado Zuluaga, Patricia Jaramillo, Jairo Soto y Sebastián Ospina. Con esta obra el grupo se ganó el reconocimiento de la comunidad teatral de la época, no solo a nivel local sino además a nivel nacional.
El arte comprometido que se produjo a finales de la década de los sesenta da cuenta del clima político, social y cultural de la época: la Revolución cubana, las grandes huelgas de obreros en Europa, los levantamientos estudiantiles de París en mayo del 68, la creciente ola de movilizaciones antiimperialistas contra la guerra de Vietnam, la ruptura en el campo socialista producido por China y su revolución cultural, fueron el marco dentro del cual el TEUA presentó su Canto del fantoche lusitano. El montaje tuvo una gran acogida entre los estudiantes y se presentó no sólo en la sede del grupo en la Universidad sino además en el Club de Teatro Experimental Café La MaMa, en una temporada que duró dos semanas.
El Teatro Estudio pretendía presentar la obra en el IV Festival Nacional de Teatro Universitario, luego de clasificar en los certámenes regionales junto a su montaje de la obra La tienda de Eduardo Camacho, pero luego de que el embajador de Portugal le solicitara a la directora del Teatro Colón que impidiera la presentación de la obra de Weiss en ese escenario – considerando que esta constituía una fuerte crítica a los gobernantes de su país y que por lo tanto no se le debía permitir a ningún grupo presentarla en un espacio que fuera propiedad de la nación – las directivas de la Universidad intervinieron en el asunto y le pidieron al grupo que cancelara dicha función.
Esta prohibición no fue bien recibida por parte de los integrantes del grupo ni tampoco por el estudiantado general, pues su derecho a la libre expresión estaba en juego y decidieron pronunciarse al respecto. Un paro denominado El escalerazo se llevó a cabo en las escaleras de la entrada del edificio Roberto Franco, donde aproximadamente un 70% de los estudiantes de la Universidad se sentaron durante un día entero sin asistir a sus clases habituales, en un acto de solidaridad con el grupo. Fue así como se realizó el que Jorge Plata recuerda como el primer paro estudiantil en la Universidad, para exigir que al grupo de teatro se le permitiera presentar la polémica obra de Weiss en el Colón.
Tanto el apoyo de los estudiantes como el de la prensa local significó el cambio de parecer de las autoridades competentes en el asunto y la Universidad intercedió por el grupo para que pudiera realizar la función del fantoche. El IV Festival Nacional de Teatro Universitario se llevó a cabo en la semana del 30 de septiembre al 4 de octubre de 1969, día en el que el jurado (conformado por Fabio Pacchioni, Jairo Aníbal Niño y Bernardo Romero Lozano) decidió que el premio a mejor obra debía ser para el montaje de Canto del fantoche lusitano del Teatro Estudio de la Universidad de los Andes. La placa conmemorativa por este triunfo se le entregó al grupo en una ceremonia oficiada por la Asociación Colombiana de Universidades en su sede, con la asistencia de Francisco Pizano de Brigard, rector de la Universidad.
Luego de este primer triunfo, el grupo representó a Colombia en el II Festival Latinoamericano de Teatro Universitario, donde también se quedó con el premio a mejor obra por el mismo montaje. El jurado encargado de entregar el premio (conformado por Ernesto Sábato, Alfonso Sastre, Sergio Vodanovic y Rubén Monasterios) escogió el montaje del grupo de Los Andes por considerar que este representaba el espíritu del Festival: las corrientes estéticas vigentes en la cultura teatral de la época, la austeridad que debía caracterizar a las puestas en escena de un grupo de teatro latinoamericano – coherente con las condiciones socioeconómicas de nuestro continente – y finalmente, la orientación hacia la investigación que tenía el grupo, que se considera uno de los pilares indispensables del teatro universitario.
Posteriormente, el Teatro Estudio participó con el montaje de la obra de Weiss en el V Festival Nacional de Teatro, en el que se presentaban también grupos de teatro profesional. Nuevamente, el jurado (compuesto por Lucrecia Castagnino de Mathé, Hilda Pase de Restrepo, Álvaro Villar Gaviria, Antonio Roda, Ignacio Chaves, Guillermo Maldonado y el diplomático Jean Jacques Peironnet) encargado de escoger a la mejor puesta en escena presentada en el Festival eligió a Canto del fantoche lusitano. En esta oportunidad el grupo se hacía merecedor de un premio monetario, Jairo Soto se llevó el premio a mejor actor por su interpretación en el montaje y Ricardo Camacho se ganó una beca para estudiar en Francia, gracias a su trabajo como director de la pieza.
Después del éxito tan contundente con el que el Teatro Estudio se presentó en los tres festivales mencionados, el grupo siguió trabajando incansablemente en nuevos proyectos y presentándose en los festivales a los que siempre los invitaban. Su siguiente montaje fue el Discurso sobre Vietman, escrita también por Peter Weiss. La obra se presentó muchas veces, especialmente fuera de Bogotá y particularmente en centros sindicales. Con este montaje el grupo ratificó el interés que tenía en denunciar las injusticias del imperialismo. Poco a poco el TEUA se convirtió en un centro de irradiación del descontento de la organización de izquierda de la Universidad. Realidad que no sólo era el caso del grupo de Los Andes sino del teatro universitario en general.
Aunque las directivas de la Universidad consintieron en contratar a Camacho como profesor encargado de dirigir el grupo de teatro cuando los integrantes realizaron la solicitud, el panorama cambió radicalmente tan sólo seis meses después. Para junio de 1971, la mayoría de los estudiantes que formaban parte del grupo de teatro fueron expulsados y a los profesores que estaban asociados a él se les canceló el contrato. Esto no ocurrió únicamente en la Universidad de los Andes, lo cierto es que para el año 1973 prácticamente habían desaparecido todos los grupos de teatro universitario que existían en Bogotá, salvo por el grupo de la Universidad del Externado.
Para entonces, los miembros fundadores del Teatro Estudio habían terminado sus carreras de pregrado y debido a la represión tan agresiva que había sufrido el grupo, habían decidido no participar en sus actividades posteriores y este poco a poco se disolvió hasta desintegrarse por completo. No obstante, toda la experiencia y los aprendizajes adquiridos por Ricardo Camacho, Jorge Plata, Patricia Jaramillo y algunos otros, fueron de suma importancia para fundar el Teatro Libre de Bogotá, una de las agrupaciones más importantes de nuestra ciudad, que además ha contribuido en la formación de algunos de los actores más destacados del país.
Luego de que se prohibiera la actividad teatral en la Universidad, Humberto Dorado dirigió de manera clandestina un nuevo grupo que ensayaba en el Teatro Richard. Lamentablemente esta sala colapsó debido a la falta de mantenimiento y al abandono al que fue sometida, la noche del 15 de noviembre de 1972. Sin un espacio apropiado para trabajar este grupo finalmente dejó de reunirse.
Por primera vez en nueve años la actividad teatral se suspendió de manera absoluta en Uniandes y tuvieron que pasar quince para que el teatro volviera a habitar la Universidad. En 1987 el Departamento de Humanidades de la Facultad de Humanidades y Ciencias Sociales, contrató a Ricardo Camacho como profesor encargado de las actividades del teatro estudiantil. La acogida que tuvo la apertura de un nuevo Grupo de Teatro fue impresionante y a la convocatoria de actores llegaron más de cien estudiantes. La obra con la que se dio inicio a esta nueva etapa del teatro en la Universidad fue De cómo Cacha aprendió el arte de la resurrección, un montaje concebido completamente por uno de los estudiantes que conformaron el grupo.
Entre 1985 (el Grupo había empezado a trabajar desde antes de que se formalizara la actividad) y 1989, el Grupo de Teatro puso en escena alrededor de ocho obras que participaron de manera exitosa en los festivales universitarios. En 1989 el grupo montó la ópera In Universitas de Manuel Francisco Cubides, en conjunto con el Programa de Estudios Musicales de los Andes. Este montaje abordaba temas propios de la vida universitaria, como las experiencias de los estudiantes de primer semestre al entrar a la Universidad.
En 1988 Camacho trajo a Héctor Bayona, miembro fundador y actor del Teatro Libre, para que fuera su asistente de dirección. A partir de 1990 se abrieron dos secciones del Grupo de Teatro: el Teatro Kínder, para principiantes, y el Teatro Avanzado, para estudiantes que hubieran participado en las actividades teatrales durante más de un semestre, y se le asignó un nuevo espacio de ensayo al grupo: el salón R101. El objetivo del Grupo no consistía únicamente en realizar montajes semestre a semestre, sino también en ofrecer una verdadera formación teatral en aspectos como la actuación, la improvisación, el movimiento, las técnicas de combate, entre otros.
En el segundo semestre de 1990 Camacho le cedió la dirección del Teatro Kínder a Bayona y un año más tarde la del Teatro Avanzado. Durante su primera etapa como director del grupo montó: El Coronel Aureliano Buendía, adaptación teatral de Cien años de soledad realizada por Eduardo Camacho Guizado, obra que se estrenó con la inauguración del Auditorio Lleras; Insectos de Karel y Joseph Čapek y El tambor de Damasco de Yukio Mishima.
Con la llegada de Camacho al Departamento de Humanidades también se abrió el campo de los estudios teatrales y se hizo posible que los estudiantes cursaran clases como: Teatro del siglo XX, Teatro Clásico Griego, Teoría del Teatro, El teatro de Bertolt Brecht, Teatro Colombiano del siglo XX, Shakespeare, El siglo XVII en el Teatro, Estudios de representación, Anton Chéjov, Teatro del Siglo de Oro Español, Taller de Dramaturgia, Teatro esperpéntico y El mundo teatral de los griegos, entre otros. Estos cursos también los dictó la profesora Amalia Iriarte. A partir del año 98 se abrió la Opción en Estudios Teatrales, en el nuevo Departamento de Humanidades y Literatura que se había inaugurado el año anterior, junto con la Facultad de Artes y Humanidades.
En 1993 Héctor Bayona se retiró de la Universidad y la dirección del Grupo la asumió Fernando Montes. Su interés por realizar una carrera teatral también se había despertado en Los Andes, puesto que en los años sesenta -momento en el que tuvo que decidir qué carrera iba a estudiar y contempló la posibilidad de estudiar Filosofía y Letras- aceptó la invitación de su hermano a asistir a un ensayo del grupo conformado por Amuchástegui y decidió estudiar teatro en Francia e Italia. Bajo su dirección el Grupo de Teatro de Los Andes montó: ¡Irene, Oh Irene!, adaptación de Jorge Plata de la comedia La paz de Aristófanes y Hamlet Machine de Heiner Müller. Durante su etapa como director, Montes también realizó una serie de ejercicios de teatro experimental que sorprendieron tanto a estudiantes como a profesores, que no estaban acostumbrados a ver un happening de combate escénico en medio de la cafetería central.
En 1998 Ricardo Camacho retomó la dirección del Grupo, cuando Montes decidió dedicarse completamente a la dirección artística del Teatro Varasanta. En esta ocasión, Camacho decidió darle la oportunidad a uno de los estudiantes más destacados del Grupo y Hernando Parra inició su carrera teatral como asistente de dirección del Teatro Avanzado y director del Teatro Kínder en agosto de 1998. Bajo su orientación el grupo de Teatro Kínder montó una selección de escenas de Terror y miserias del Tercer Reich de Brecht, La celestina de Fernando de Rojas y Aproximaciones al teatro cómico, una creación colectiva que se presentó en los alrededores de la cafetería central. Paralelamente al trabajo con el Grupo, Parra fundó su propia agrupación teatral, con la que empezó a trabajar desde 1995 y a la que bautizó Teatro R101, en honor al lugar donde realizó sus primeros montajes.
En el año 2001 Germán Moure asumió brevemente la dirección del grupo y montó Historias para ser contadas de Oswaldo Dragún, que se presentó en la Plazoleta del R.
En el 2002 se crearon los cursos: Taller de juegos teatrales (que posteriormente se denominó Nivel de Iniciación Actoral) y Grupo de Teatro.
Héctor Bayona retomó la dirección del Grupo en el 2002 y permaneció al frente hasta mayo del 2016. Durante los catorce años que lideró al Grupo realizó un montaje anual, entre los que se destacan: Dios de Woody Allen, obra sugerida por Clara Sofía Arrieta (estudiante de Literatura y actriz del grupo), De cómo el señor Mockinpott consiguió liberarse de sus padecimientos de Peter Weiss, dos montajes que ganaron el premio a mejor obra en el Festival de Teatro Universitario ASCUN Cultura en los años 2003 y 2005 respectivamente; La visita de la vieja dama, puesta en escena que formó parte del programa de inauguración del Auditorio Mario Laserna (2007); Ascensión y caída de la ciudad de Mahagonny, obra de Bertolt Brecht adaptada para el Grupo por Jorge Plata, con música de Óscar Acevedo y la colaboración de varios estudiantes de música (2009); Proyecto Brecht , un documental teatral propuesto por Vanesa Correa Rojas (asistente de dirección del Grupo), construido por los actores a partir de varias escenas de obras distintas del escritor alemán; Los físicos de Friederich Dürrenmatt (2008), Narices Rojas de Peter Barnes (2013-2015), montajes que se presentaron en el Teatro Libre de Bogotá; y Sueño de una noche de verano, obra escogida por el director para conmemorar los 400 años del fallecimiento de William Shakespeare (2016).
Durante esta última etapa, el Grupo trabajó bajo la directriz de la disciplina, el compromiso y la estética del teatro profesional, buscando así un alto nivel en la calidad de los montajes y en el trabajo realizado durante cada ensayo. En el proceso de montaje de cada puesta en escena, los miembros del Grupo se involucraron activamente en el estudio del contexto en el que habían sido escritas las obras y el mundo creativo de sus autores; y tenían la posibilidad de colaborar desde diversos campos, tales como la adaptación de los textos teatrales, el diseño de escenografía y vestuario, la composición y ejecución musical y la elaboración de la utilería.
Como sucedió siempre, desde el inicio de la actividad teatral en la Universidad, la iniciativa de los estudiantes por vivir el teatro ha permitido que la oferta de experiencias teatrales forme parte del devenir académico. En el 2004, Santiago Espinosa (estudiante de Literatura y Filosofía) conformó un grupo de estudiantes (de aquellos que formaban parte del Grupo de Teatro) y montó La cantante calva de Ionesco y posteriormente Noche y El postulante de Harold Pinter en el 2007. Más recientemente, Juan David Giraldo dirigió Ligazón de Ramón María del Valle Inclán en el 2011 y Compañía de Garnacha en el 2012. Asimismo, se han conformado nuevos grupos con el propósito de sacar adelante varios proyectos profesionales, entre ellos: Teatro de Subida y Teatro en Persona.
El 4 de abril de 2011 se inauguró el Festival de Teatro de Los Andes, fundado por Vanesa Correa Rojas con el apoyo de la Facultad de Artes y Humanidades, el Centro Cultural de la Decanatura de Estudiantes y, por supuesto, el director del Grupo de Teatro. La participación de los estudiantes del Grupo de Teatro en el equipo de organización del Festival fue fundamental para el desarrollo de su primera versión. Estos estudiantes acompañaron a los grupos y conferencistas invitados y se inventaron y realizaron happenings y performances para promoverlo. Su participación sigue siendo fundamental en la realización de cada versión.
El propósito del Festival de Teatro de Los Andes es visibilizar la cultura teatral que forma parte de la identidad de nuestra ciudad, contribuyendo en la educación del público acerca de los esfuerzos que demanda el oficio del teatro, en un país donde cuenta con muy poco apoyo para llevarse a cabo. Por esta razón, apoya la labor de los diferentes grupos estudiantiles y aficionados de Bogotá, y desde de su cuarta versión también contribuye en la divulgación de los montajes de grupos profesionales. El programa del Festival siempre va acompañado de conferencias y talleres dirigidos por profesionales en las artes escénicas.
En agosto del 2016 Pedro Salazar asumió la dirección del Grupo de Teatro de Los Andes y creó el área de Artes Escénicas. El Grupo estrenó Roberto Zucco de Bernard-Marie Koltès en la inauguración del 7mo Festival de Teatro de Los Andes y a partir de entonces ha montado: Arlequino servidor de dos patrones de Carlo Goldoni (2018), Sganarelle o el cornudo imaginario de Moliere (2018), el ciclo de teatro August Strindberg (2019) que contó con la dirección de los estudiantes que conforman el grupo, y una serie de monólogos titulada Relatos desde el confinamiento creados por los integrantes del grupo durante el primer semestre del 2020 y estrenados en la versión virtual del Festival de Teatro de Los Andes.
Contar esta historia fue posible gracias a las entrevistas realizadas a Amalia Iriarte, Fernando Montes, Ricardo Camacho, Héctor Bayona y Jorge Plata. También se consultó el Tomo III: Paisaje humano de la Historia de la Universidad de los Andes, escrito por Gustavo Bell Lemus, Patricia Pinzón de Lewin, Lorenzo Morales Regueros y David Rojas Roa.