Los petroglifos prehistóricos más grandes descubiertos en Suramérica: participa Natalia Lozada

Los petroglifos prehistóricos más grandes descubiertos en Suramérica: participa Natalia Lozada

Petroglifos del Cerro Palomazón. Toma con teleobjetivo del arte rupestre monumental del cuerpo de una serpiente. Colombia. Humanos para escala. Foto de J. Oliver

Los grabados en piedra fueron encontrados en las rocas que rodean el camino del alto y medio río Orinoco entre Colombia y Venezuela. Se trata de representaciones de serpientes, figuras humanas, ciempiés gigantes y figuras geométricas que pueden llegar a medir entre 25 y 40 metros de largo. Según los investigadores que hicieron el hallazgo, se podría considerar que estos grabados rupestres son los más grandes registrados en el mundo.

El equipo de arqueólogos está conformado por Natalia Lozada, profesora del Departamento de Historia del Arte de la Universidad de los Andes (Colombia); Phil Riris, profesor del Institute for the Modelling of Socio-Environmental Transitions de Bournemouth University (Reino Unido) y José Oliver del Institute of Archaeology de la University College London (Reino Unido).

Vista del occidente de la sabana del Orinoco y el bosque en galería, tomada desde la cima de un inselberg de granito. Foto de P. Riris
Fotografía aérea del arte rupestre monumental en Cerro Pintado, Venezuela. Foto de P. Riris
Fotografía aérea del arte rupestre monumental en Cerro Pintado, Venezuela. Foto de P. Riris
Fotografía aérea del arte rupestre monumental en Cerro Pintado, Venezuela. Foto de P. Riris

Si bien algunos de los sitios ya eran conocidos, el equipo descubrió varios más y cartografió 14 sitios de grabados rupestres monumentales (aquellos que tienen más de cuatro metros de ancho o alto) con telefotos y fotografías con drones, trabajando con un equipo multidisciplinar y guías locales. «Estos sitios monumentales son sitios verdaderamente grandes e impresionantes, que creemos estaban destinados a ser vistos desde cierta distancia» explica Riris.

Aunque es difícil fechar grabados rupestres, motivos similares utilizados en la cerámica encontrada en el área indican que fueron creados hace más de 1000 años, aunque es posible que sean mucho más antiguos. Muchos de los grabados más grandes son de serpientes, posiblemente boas o anacondas, que desempeñan un papel importante en los mitos y creencias de la población indígena local.

Grabados de serpientes monumentales (superposiciones mejoradas). A: Casuarito Norte, ~26 m de largo con animales de perfil y geométricos. B: Palomazón, ~23 m de largo, nótese Scolopendra a la izquierda. C: Maipures-2, ~15 m de largo con motivos animales y humanos; comparar con Casuarito Centro (Figura 2C). D: Pintado, ~42 m de largo, nótese la monumental Scolopendra y el motivo de la máscara (Figura 4A). Humanos para la escala. Longitud de Pintado estimada a partir de imágenes de sensores remotos. Imagen de P. Riris

«Creemos que los grabados podrían haber sido utilizados por grupos prehistóricos como una forma de marcar el territorio, hacer saber a la gente que allí es donde viven y que se espera un comportamiento adecuado. […] Las serpientes generalmente se interpretan como bastante amenazantes, por lo que el lugar donde se encuentra el arte rupestre podría ser una señal de que estos son lugares que demandan respeto» – P. Riris.

Detalle de ortofotografía del arte rupestre monumental de la Isla Picure, Venezuela. Foto de P. Riris
Detalle de ortofotografía del arte rupestre monumental de la Isla Picure, Venezuela. Foto de P. Riris
Imagen mejorada del arte rupestre monumental de la Isla Picure, Venezuela. Foto de P. Riris

Los grabados se concentran principalmente a lo largo de un tramo del río Orinoco, los raudales de Atures, que habría sido una importante ruta comercial y de viaje prehistórica.

«El Orinoco es generalmente bastante navegable hasta este punto, por lo que habría sido una parada obligada. La arqueología nos dice que era un ambiente diverso y había mucho comercio e interacción. […] Esto significa que habría sido un punto de contacto clave, por lo que dejar huella allí podría haber sido aún más importante por eso: para marcar una identidad local y hacer saber a los visitantes que allí está usted y su grupo» – J. Oliver.

Una vista del norte del río Orinoco desde el lado colombiano, tomada desde la cima de un inselberg de granito. Foto de P. Riris

El equipo publicará los hallazgos en Antiquity, la prestigiosa revista de arqueología, con lo que esperan aportar al conocimiento de estos sitios monumentales de arte rupestre para garantizar su preservación y estudio continuo, proceso en el que también se trabajará junto a las comunidades locales de la región del Orinoco.

Natalia Lozada, muestreo de material arqueológico en abrigos rocosos en Colombia. Foto de P. Riris

«Hemos registrado estos sitios en los organismos nacionales de patrimonio de Colombia y Venezuela como es debido, pero algunas de las comunidades a su alrededor sienten una conexión muy fuerte con el arte rupestre y pueden trabajar con los organismos estatales para su conservación y divulgación. En el futuro, creemos que probablemente serán los mejores custodios» – N. Lozada.

La investigación fue financiada por el Leverhulme Trust, The Society of Antiquaries of London, la Universidad de Los Andes, la Fundación de Investigaciones Arqueológicas Nacionales de Colombia y la British Academy. Dentro del equipo de investigación participaron: el arqueólogo Manuel Arroyo Kalin, el arqueobotánico Omar G. Ortiz, la fotógrafa Juanita Escobar, el biólogo Sergio Estrada, los guías locales Juan Carlos García, Ariel Trujillo, Fabian Quiceno, Dumar Chávez y las estudiantes Stephany Gúzman y Mirte Korpershoek.

Los raudales de Ventanas desde el lado colombiano. Foto de P. Riris