El video, la fotografía y el cine han tenido un papel clave tanto en la definición de nuevos desafíos metodológicos, analíticos o teóricos para la historia del arte, como en la reformulación crítica de nociones y modelos modernistas de la especificidad de los medios, y en la inevitable expansión de las nociones de historia y arte para dar cuenta de nuevas relaciones prácticas y teóricas en arte y medios. El VIII Simposio de Historia del Arte ha invitado a la reflexión y discusión sobre dichos desafíos, reformulaciones y expansiones, teniendo como referentes tres problemáticas que definen un espacio metodológico y conceptual en el cual se ubican las conferencias y las ponencias participantes. 1. Rosalind Krauss publicó en el año 2000 un controversial ensayo para el cual adoptó el título de la película Un viaje en el mar del norte, dirigida y producida por Marcel Broodthaers en 1973. Allí reformuló la discusión modernista sobre el medio en respuesta al surgimiento del video en los años sesenta. Ella propuso una noción post-medial entendida en términos de estructuras de soporte compuestas por elementos “diferenciales” y autodiferenciadores (vg. el celuloide, la cámara, el proyector y la pantalla de cine), y en términos de las diversas posibilidades de interacciones entre dichos componentes. Por su parte, Carol Armstrong ha propuesto una interpretación feminista de la “marca puntillista” de Georges Seurat y en términos de lo que su actual proyecto de publicación recoje bajo la idea de una “compleja matriz de materiales y materialidades interrelacionadas”, así como de elementos corporales, táctiles, y generativos. En esta línea, el Simposio propone la discusión y reflexión sobre obras de arte y las prácticas artísticas desde perspectivas que enfatizan la materialidad y la creación dentro de condiciones y dinámicas de interrelación entre diferentes medios artísticos o de interacción entre los aparentes “elementos de autodiferenciación” de un medio artístico. 2. En su libro Between Film, Video and the Digital: Hybrid Moving Images in the Post-Media Age (2016), Ji Hoon Kim ha mostrado que la especificidad del medio y la propuesta de Krauss difícilmente ayudan a estudiar obras de arte que utilizan otros dispositivos de exposición y plataformas para “escudriñar la complejidad material y técnica del cine”. Por su parte, en su libro Between the Black Box and the White Cube (2014), Andrew Uroskie evidencia cómo los artistas de los años cincuenta y sesenta usaron la escultura y otros medios para “abordar aspectos fundamentales de la experiencia cinematográfica”. Él propone que los artistas y el público asumieron el cine menos en términos de “una ontología de la forma material” y más en términos de “la historicidad contingente de la elaboración cultural de esa forma” y los regímenes en los que el cine tenía lugar. En esta dirección, la segunda problemática versa sobre el modo como la producción y la recepción de obras de arte tiene lugar en términos de regímenes de percepción y comunicación, y su relación con la hibridación de los medios. 3. En 1990, Raymond Bellour publicó su referencial obra L’Entre-Images: Photo Cinéma Vidéo. Él argumentó allí que los artefactos de video, electrónicos y digitales no disolvieron el cine ni sus estructuras, sino que habilitaron su desarrollo al tiempo que impulsaron la tarea de reexaminar la relación entre los nuevos medios y los antiguos. Esta tarea ha sido asumida y reformulada por la “arqueología de los medios”, bien sea en la línea histórica desarrollada por Siegfried Zielinsky, o en la línea ontológica impulsada por Friedrich Kittler, quien propuso que los medios son tecnologías activas y mecanismos de inscripción de su propia arqueología. Por su parte, Ina Blom ha combinado la historia del arte y la arqueo-ontología Kittleriana a fin de proponer una “autobiografía” del videoarte que dé cuenta de “la vida y los tiempos de una tecnología de la memoria”. Atendiendo a estas posibilidades ‘entre’ imágenes y medios, el Simposio propone pensar e interpretar las obras de arte y las prácticas artísticas en términos de conjunciones de la historia del arte y de la tecnología, y en diálogo con una arqueología que evalúe y reexamine críticamente los retos históricos y ontológicos de los nuevos medios y las intricadas dinámicas entre nuevos y viejos medios.


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