Conversatorio sobre la exposición Resistencia Elástica de María Isabel Vargas

La muestra “Resistencia elástica” que presenta María Isabel Vargas en LA Galería, surge desde la observación del slinky o resorte, uno de los juguetes más populares del siglo XX. A Maria Isabel le llamaban especialmente la atención los colores del slinky y la forma en la que al usarlo, formaban un degradé que le recordaba a una serie de pinturas en aerógrafo que ella misma había realizado. Estos colores fluorescentes, la manera en la que van transitando del uno al otro parecía convertirse en una tendencia estética de la cultura popular que se manifestaba una y otra vez en repeticiones similares. La manera en la que este tipo de reiteraciones en la cultura de masas empieza a formar las subjetividades individuales, es la pregunta de base que impulsa la construcción de esta exposición.

A través de una serie de pinturas y ensamblajes, María Isabel produce una exposición que es bella y atrayente… como una golosina, pero a través de estos cuidadosos ejercicios, busca que en el espectador se produzca no sólo un sentimiento de placer, sino también uno de inquietud, una cierta incomodidad que permita la emergencia de la crítica. En realidad lo bello o lo que desarrolla una estética sumamente estilizada, puede ser usado como forma de control y de sujeción social. Es el caso de la propaganda en regímenes autoritarios, para citar el ejemplo más evidente, pero también es el caso de la instrumentalización de la cultura por el capitalismo, que busca homogeneizar los gustos para obtener una sociedad de consumo engranada y disciplinada. Esta exposición es una pregunta sobre la estética y sus alcances en términos de la formación de las sociedades y sus tendencias, una pregunta por lo que construye las identidades, los gustos y los deseos que creemos únicos en su individualidad, pero que frecuentemente no son sino manifestaciones de una cultura prefabricada y orientada hacia la repetición irreflexiva de tendencias.

“Resistencia Elástica” busca hablar precisamente de eso: de la necesidad de una resistencia ante lo que se nos impone como productos culturales, de la importancia de mantener una elasticidad en nuestras mentes y nuestro discernimiento crítico ante la cultura de masas, sin por esto negar la estética de lo popular; poder complejizar nuestra relación con el gusto y, a través de estos ejercicios, erigir individualidades y subjetividades más resistentes.