Felipe Téllez gana el Premio Macondo 2025 a Mejor Música Original por «Estimados Señores»

Felipe Téllez gana el Premio Macondo 2025 a Mejor Música Original por «Estimados Señores»

El compositor y orquestador colombiano-canadiense Felipe Téllez, egresado del Pregrado en Música de la Universidad de los Andes, recibió el Premio Macondo 2025 a Mejor Música Original otorgado por la Academia Colombiana de Artes y Ciencias Cinematográficas por su trabajo en Estimados Señores, ópera prima de la directora Patricia Castañeda. El reconocimiento destaca una trayectoria marcada por la hibridación entre lo acústico, lo electrónico y lo folclórico, así como por una sólida investigación sonora que define su práctica artística.

Téllez, quien ha desarrollado una carrera que abarca cine, televisión, videojuegos y música de concierto, es también beneficiario de múltiples apoyos del Toronto Arts Council, Ontario Arts Council y Canada Council for the Arts. Su música ha acompañado largometrajes, estrenos en festivales como TIFF.

Un proceso creativo basado en el timbre y la investigación artística

La creación de la banda sonora de Estimados Señores, Téllez explica que el proceso inició con una sesión de spotting junto a la directora y el equipo de producción, donde se definieron los momentos musicales —y también los silencios— dentro del arco narrativo. A partir de este acuerdo inicial, la composición tomó la forma de una investigación artística centrada en la búsqueda de timbres capaces de representar con honestidad el mundo emocional de la película.

El compositor desarrolló una paleta que integró gaita, tiple y bandola, una orquesta de cuerdas y una capa de sintetizadores contemporáneos. Esta combinación no se utilizó como recurso folclorista, sino como vehículo de cercanía emocional. Para Téllez, la clave estuvo en “descubrir qué colores podían sostener la verdad emocional de la película sin convertirla en una postal regional”.

El trabajo con Patricia Castañeda y el equipo de posproducción de Blond Indian Pictures, se desarrolló en gran parte de manera remota, desde Canadá. La metodología consistió en componer bloques amplios —por actos o segmentos de veinte minutos— para evaluar la música dentro de un contexto narrativo más completo. Este proceso iterativo permitió construir una identidad sonora cohesionada y profundamente ligada al carácter de la película.

La formación en Uniandes: una base para integrar mundos sonoros

Felipe Téllez reconoce que su paso por el Pregrado en Música de la Universidad de los Andes fue decisivo para el desarrollo de su voz como compositor para cine. Su doble titulación en Composición y Producción de Audio no solo le brindó herramientas técnicas robustas, sino que le permitió comprender la música desde dos frentes que, aunque a menudo se enseñan por separado, en su caso se integraron desde muy temprano. Esa combinación —el rigor de la escritura musical y el entendimiento profundo del estudio de grabación— se convirtió en la base de su enfoque creativo actual.

“El programa de composición me dio una base teórica sólida: entender cómo construir música, cómo manejar materiales, cómo desarrollar ideas”, explica. Sin embargo, señala que el aspecto más transformador surgió al aplicar ese mismo rigor académico al campo de la tecnología musical. “Empecé a ver el estudio no solo como un lugar donde se registra sonido, sino como un instrumento en sí mismo. Si para los compositores del pasado la orquesta era su ‘laboratorio de experimentación’, para quienes trabajamos hoy el ‘laboratorio contemporáneo’ incluye sintetizadores, procesamiento, edición y mezcla”.

Esa mirada integrada expandió su paleta sonora más allá de las familias instrumentales tradicionales, permitiéndole articular con naturalidad lo acústico, lo electrónico y lo tecnológico dentro de un mismo proyecto. Esta concepción se ve reflejada en Estimados Señores, donde la hibridación entre instrumentos folclóricos, orquesta de cuerdas y capas electrónicas responde tanto a una búsqueda estética como a un criterio formado durante sus años en Uniandes. “La hibridación entre lo folclórico y lo tecnológico que desarrollé no es nueva en sí misma, pero mi manera de abordarla sí está marcada por ese criterio desarrollado en mis años de formación, por profesores que fomentaban la curiosidad y por un ambiente donde era natural mezclar algo que es más ciencia con algo que es más arte”.

Destaca también la fortaleza de los cursos de teoría, armonía y entrenamiento auditivo en Uniandes, los cuales considera fundamentales para el desarrollo de criterio artístico. “En un mundo donde todos acceden a las mismas herramientas tecnológicas, lo que diferencia a un compositor no es el software, sino cómo piensa y cómo decide”, afirma.

En retrospectiva, destaca que lo más determinante fue haberse formado en un espacio que “tomaba la curiosidad en serio” y que alentaba a integrar mundos que en otros contextos permanecen separados. Esa integración, afirma, continúa siendo el fundamento de su práctica como compositor para cine, donde cada obra es un diálogo permanente entre tradición, tecnología, investigación artística y exploración sonora.

Consejos para nuevas generaciones de compositores de música para cine

La formación de un compositor de música para cine exige una mezcla de rigor técnico, sensibilidad estética y apertura intelectual. En esta reflexión se destacan cuatro aprendizajes esenciales.

En primer lugar, se resalta la necesidad de estudiar profundamente la orquesta, no como mandato estilístico sino como herramienta de criterio. “La música orquestal no es sinónimo de música de cine, y la música de cine no tiene por qué ser orquestal”. Una banda sonora debe responder a la identidad de la película, y aplicar un tratamiento orquestal por defecto puede ser contraproducente. Además, “producir una partitura orquestal es costoso”, una realidad que compositores, productores y directores jóvenes deben comprender desde el principio.

También se subraya la importancia del timbre como eje expresivo central. En el lenguaje audiovisual, el color sonoro puede tener un impacto emocional mayor que una línea melódica o armónica prominente. Una pieza construida con un criterio tímbrico sólido puede sostener por sí sola la carga afectiva de una escena.

Finalmente, se subraya un principio transversal a toda práctica artística: cultivar la curiosidad. “Por encima de todo, la curiosidad es el motor”, un impulso que sostiene los procesos de exploración y abre caminos inesperados.

Un reconocimiento que impulsa nuevos caminos creativos

El Premio Macondo 2025 representa para Téllez un hito que reafirma su enfoque compositivo y que anticipa nuevos retos. “Este reconocimiento potencia de forma significativa mi voz artística. La expectativa es que abra oportunidades para seguir explorando y mantener viva la curiosidad y continuar atendiendo esa necesidad constante de crear.”, señala.

Mientras continúa componiendo para cine, videojuegos y música de concierto, Téllez también acompaña a compositoras y compositores emergentes en distintos países, consolidando una práctica que articula creación, docencia e investigación.